CUARTO DÍA DE MOVILIDAD EN FLORENCIA
La clase ha comenzando con una práctica de creatividad colaborativa: en un folio en blanco hemos pintado con dos rotuladores y los ojos cerrados, siguiendo el ritmo de la música. Tras abrir los ojos, nuestros folios estaban rayados y la profesora nos ha pedido que utilicemos la imaginación para crear una obra, jugando como cuando vemos nubes con formas o simplemente pintando los huecos. Después de un tiempo, nos dice: “me vais a matar: tenéis que moveros hacia la derecha y continuar o modificar la obra de nuestro compañero a vuestro gusto”. Nuestro primer pensamiento ha sido: ‘No quiero, me van a destrozar la obra’. Aún así, hemos seguido sus indicaciones, incluyendo las últimas consignas: pintar con los ojos cerrados y otra descargando nuestra rabia.
Aquí tenéis ejemplos de como comenzamos nuestras obras y como han terminado.
Al acabar toda la actividad nos ha preguntado cómo nos hemos sentido antes de intervenir en las obras de nuestros compañeros. Mientras que al principio estábamos relajadas haciendo nuestras obras como a nosotras nos gustaba, cuando ha dado el giro la actividad, no queríamos hacerlo y nos hemos sentido frustradas al ver como nuestras obras estaban siendo cambiadas. Cuando hemos vuelto a nuestro sitio, algunas personas han pensado que no estaba tan mal su trabajo y otros han pensado que era una chapuza.
Menos mal que nos ha dejado unos minutos para seguir pintando y acabarla a nuestra manera.
El objetivo que tenía la profesora con esta actividad era que seamos conscientes de la importancia que tienen nuestras acciones en los demás, la huella que dejamos en las personas, lo empáticos que somos al respetar la obra de los otros, tratando de seguir lo que creíamos que el resto estaba realizando con cuidado de no destrozarlo o al contrario, pintar de la manera que a cada uno nos apeteciera sin tener en cuenta la idea inicial.
Además no dedicábamos el mismo tiempo en todas las obras, así como sucede con algunas personas importantes de nuestra vida, o cuando hemos pintado con los ojos cerrados, pintábamos sin saber cómo era el resultado o cuando nos ha pedido que pintáramos con rabia, ya nos daba igual lo que hiciéramos en la obra, la cuestión era destrozarla.
En definitiva, esta práctica se asemeja a la vida misma, empezamos algo que no sabemos cómo va a terminar y dependiendo de las personas, circunstancias y experiencias que vivas, tu paso será de una manera o de otra.
La última palabra la tienes tú, nosotros hemos intentado mejorar lo que nos habían dejado, “corrigiendo o afrontando las cicatrices que se habían producido en nuestra obra”.
Pensamos que podemos tenerlo todo bajo control, pero la vida cambia y debemos aceptar e intentar ver soluciones o el lado positivo. Aunque haya adversidades, podemos seguir adelante, así es la vida.
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